Ella estaba ahí, estaba ahí junto a él. No se lo podía creer. Le dijo que se quedara con él esa noche, hacía frío y estaba lloviendo, se podía constipar si salía.
Ella lo dudó, pero al final, con una gran sonrisa en la cara aceptó. Se iba a quedar con él.
La noche pasó, al despertar pudo ver su cara mirándole con una preciosa sonrisa en sus labios, se abrazaron y rieron juntos. Ella era feliz, nunca se podría haber imaginado eso.
Se levantaron y desayunaron. Ella no sabía que hacer, no estaba en su casa y todo le resultaba extraño, solo podía mirarlo a él.
Al terminar regresaron al cuarto, pero no estaban solos. Ella creyó que estaba jugando con él, y llorando decidió coger sus cosas para irse, peor él la siguió. Le agarró de la mano y le giró. Ella lloraba. Al fin, ella entre lágrima y lágrima le declaró su amor, para ella era algo imposible, pero él le respondió con un dulce besó. Todo se paró. Él también se le declaró. Le quería, quería pasar el resto de sus días con ella. No se lo podía creer, sus lágrimas empezaron poco a poco a desaparecer, y sin darse cuenta, estaba de nuevo entre sus brazos. Eran el uno para el otro.
Entonces ella despertó, creyendo haber vivido lo que en realidad era un sueño..
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